martes, 7 de abril de 2009

Viviré siempre amándola. Guardaré en mi mente su mirada, en mi boca, sus besos y en mis manos, el tacto de su piel. Nunca volveré a ser la misma, ya no, después de haberla amado tanto. Ahora todo ha perdido su brillo, pues eran sus ojos los que iluminaban mi camino. Siento dolor en mi pecho, pero también siento libertad. Ya no tengo que pensar más en ella, en verla o no, en besarla o no. No es para mí y debo alejarme todo lo que pueda. Porque la quiero, tengo que dejarla elegir. No me quiere y tengo que aceptarlo. Sólo así sabrá que la amo. Sólo así podré intentar ser feliz algún día.