sábado, 31 de enero de 2009

Con el paso del tiempo, con las decepciones, uno se acaba dando cuenta de la falsedad de las cosas y las personas. Te pasas la vida actuando conforme a los deseos de los demás y un buen día te das cuenta de que has estado haciendo el tonto. Nunca nadie te agradece nada (no digo que haya que hacer las cosas con esa finalidad) y a veces ni siquiera te demuestran que les importas. Llega un momento en que te das cuenta de que estás solo y que nada de aquello por lo que has luchado está a tu alcance. Se ha evaporado o, sencillamente, nunca se ha conseguido. Ahora más que nunca siento que estoy sola, pues mucha gente que me importa me está fallando. Nadie es perfecto, pero quien dice ser amigo tuyo debe quererte tal y como eres, no sólo cuando sonríes y eres divertido. Todos tenemos derecho a estar tristes y no perder a nuestros amigos en esos momentos en que, la soledad, es la peor enemiga.