martes, 18 de noviembre de 2008

Desde hace un tiempo (puede que mucho) no he sabido hacer otra cosa que pensar en mí. He llorado y sufrido, pero el objetivo de mis lamentos no era otro que yo misma. Me he bañado a diario en la autocompasión, sin darme cuenta de que el mundo sigue girando a mi alrededor, de que casi todas las personas tienen problemas y deben seguir adelante si no quieren caer. Cada mañana me he levantado lamentándome de mi situación, llorando por no ser feliz, por no conseguir un trabajo mejor, un piso o un gran amor. Mientras tanto mucha gente que me quería lo ha pasado mal por mi culpa, además de por los problemas que ya tenían. Y a mí me ha dado igual. No sé si ha sido ver lo mal que está mi hermana anímicamente lo que me ha hecho caer en la cuenta. Ayer, por primera vez en mucho tiempo, lloré por otra persona. Esto no me convierte en menos egoísta, pero al menos sé que hay gente que me importa.