sábado, 15 de noviembre de 2008

Al fondo del cristal se vislumbran bloques de edificios desconocidos para mí. El cielo los envuelve, cada vez más oscuro. Las luces de las farolas semejan estrellas caídas, envidiosas de la vida de la ciudad. Las calles se tiñen de siluetas móviles que van de acá para allá en una danza rítmica que es el espíritu de este lugar. Los hogares se van encendiendo para hacer frente al final del día. Todo es nuevo, todo es ajeno a mí. Me siento sola en un lugar lleno de gente, que no es mi gente. Quiero no acordarme de todos los seres a los que quiero, mas no lo logro. Están inmersos en mi ser, en mi persona, en mi memoria. Soy sólo un puntito en un universo que cada vez comprendo menos.