viernes, 27 de febrero de 2009

Hay partes de mí que ni yo misma conocía hace unos años. Unas buenas, otras muy malas. Todas ellas salieron a flote cuando me enamoré. Las buenas, al pensar que finalmente podía ser feliz. Las muy malas, cuando sentí que la persona a la que amaba se me escapaba poco a poco sin poder hacer nada para impedirlo. Esas partes malas, llamémoslas por su nombre, son celos, miedo, inseguridad... Al final acabaron eclipsando a las buenas y me anularon como persona. Hicieron daño a mucha gente, mejor dicho, hice daño a mucha gente. Ahora quiero que todo eso desaparezca para siempre y dejar que crezca lo que creo que todavía sigue siendo bueno en mí. Mis sentimientos son puros y algún día podré amar a alguien sin ese pánico horrible que empecé a sentir hace unos años y que, aún hoy, me despierta por las noches. No se puede perder lo que nunca se tuvo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Cosas que contar

Cuando tenemos cosas que contar al mundo y nadie dispuesto a leerlas o escucharlas, es cuando más se acentúa el sentimiento de soledad. Es muy cierto que el ser humano puede estar rodeado de gente y sentirse muy solo, porque se siente ajeno a todo y excluido de todo. Unas personas no sabrán qué es eso. Otras, en cambio, lo acabarán asimilando como parte de su vida. Las primeras, probablemente lograrán ser felices, pues sabrán disfrutar de la compañía de los demás o, en caso de estar solos, de su propia soledad. Tal vez se sientan bien consigo mismas. Las segundas, sin embargo, nunca lograrán ser felices porque transforman sus ratos de ocio en momentos de tristeza. No siempre, pero con frecuencia. No hay peor manera de pasar el rato que bañándose en la autocompasión. Siempre es preferible y muy aconsejable darse un buen baño de espuma. Y mejor en buena compañía.

lunes, 23 de febrero de 2009

¿Por qué por qué?

Es difícil comprender el porqué de nuestros actos, sobre todo cuando nos hacen daño y a pesar de todo reiteramos en el empeño. No sé cuál es el límite de sufrimiento de un ser humano, pero está claro que nunca tenemos suficiente. Si no, actuaríamos más con la cabeza y menos con el corazón. El corazón es un tonto inconsciente que, cuando anda enamorado, pierde por completo la noción y late al ritmo del amor. A veces, los palos de la vida no sólo no lo debilitan, sino que funcionan a modo de descarga eléctrica y lo animan si cabe a seguir luchando más. Es curiosa la vida, es curioso el amor. Pero más curioso es que haya seres que viven por amor.