jueves, 6 de noviembre de 2008

Un número de teléfono

Me estoy dando cuenta de que no importa lo que yo haya podido significar hace un tiempo, no importan los besos, las caricias, los abrazos... No importa que ella lo haya sido todo para mí. Una relación puede deteriorarse con el paso del tiempo. Puede pasar de la pasión más intensa a la más absoluta indiferencia. Eso, si obviamos la posibilidad de que pueda transformarse en aprensión u odio, en manía. No sé si serán esos los sentimientos que produzco en ella. En mí no. Ya no tengo su nombre en mi agenda de teléfono, ya no. Sin embargo, su número está tan presente en mi memoria que, cuando lo veo aparecer en una llamada entrante, se me revoluciona el corazón. ¿Qué querrá? ¿Será que me echa de menos? Ese número puede producir en mí la mayor de las locuras, bella locura, todo hay que decirlo. Por desgracia, esas llamadas siempre acaban en nuevas decepciones, decepciones que, a fuerza de dañar, han dejado de tener la importancia suficiente para destrozarme por completo. En cambio, si es mi número el que entra en su teléfono, responderá como si yo fuera cualquier persona. Es lo que, al fin y al cabo, significo yo para esa persona. No me he convertido en otra cosa que en un número de teléfono más.

martes, 4 de noviembre de 2008

¿Cuánto desprecio es capaz de soportar una persona? ¿Cuántas negativas, cuántos desengaños? ¿Por qué nos empeñamos en seguir por el camino que nos hace daño? Es tan misteriosa la mente humana que, a veces, sorprende su inteligencia y, en otras ocasiones, su gran ingenuidad. Ya no entiendo nada, ni siquiera me entiendo a mí misma. Sigo un camino que me lleva a la nada y, aún sabiéndolo, siendo consciente de que agotaré en vano mis fuerzas, continúo hasta desfallecer. Es un sinsentido, una pérdida de tiempo. Agoto energías que podría estar guardando para intentar mejorar mi situación. Qué testaruda la mente humana.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Locura...obsesión

No quiero perder lo que más quiero, o la obsesión más grande que llena mi mente. Mi corazón no se resigna, pugna por seguir latiendo por ella. Puede que el primer amor sea engañoso y no nos deje ver más allá. No sé si será eso lo que me está sucediendo, aunque no lo creo. De todos modos, no hay nada que yo pueda hacer. Sólo el tiempo cura las heridas y, al parecer, voy a tener tiempo de soledad para intentar olvidarla hasta volverme loca. Más loca, sí, ya sabes que estoy loca, loca por ti, pero mis sentimientos son puros y sinceros.